sábado, 12 de septiembre de 2009

NOSTALGIA


A mi en lo particular, la lluvia siempre me ha causado nostalgia; siento que el cielo llora lágrimas por un amor perdido. Por un ser querido que nos ha abandonado físicamente.
El gris del cielo se asemeja a mi alma en aquellos días – tan lejanos ya – donde perseguía el amor incansablemente sin poderlo alcanzar.
Las heridas dejadas por esa búsqueda han sanado ya, dejando cicatrices perennes que me hacen recordar que el amor conlleva junto a él dolor, tristeza y sufrimiento. Sin embargo en mi caso en particular, la inagotable lucha rindió sus frutos.
En esta tarde que la naturaleza deja caer millones y millones de gotitas, escuchando música romántica. Esa que en antaño me hacia emular al cielo en una tarde lluviosa y gris, me inspira a escribir una página del pasado e inmediatamente mis ojos dejan de ver la lluvia caer y se revela la imagen de aquel joven con los ojos llenos de esperanza y de una alegría sin par por haber encontrado el cariño.
Hechos una sopa bajo un árbol del parque de los “venados”, la pareja se abraza y se besa. Protegiendo con su cuerpo a la pequeña sobrina de Beatriz, evitando en lo posible que la niña pueda coger un resfriado por mojarse. De ser así, ambos saben que no podrán verse el domingo siguiente ya que es imprescindible la compañía de la niña para que la familia de Beatriz dé su anuencia para dejarla salir en compañía de su novio.
Mientras Javier entrega su alma en cálido beso, recuerda esa caminata, antes de entrar a clase, por la calle de municipio libre, allá donde se encuentran las oficinas de los tranvías. Un sueño se llevó a cabo ese soleado día. Por su discapacidad no le era posible caminar abrazado de su novia como el común de los chicos. Sin embargo ese día pudo cristalizar ese sueño. Beatriz sostuvo una de sus muletas y él caminó junto a ella rodeando su hombro, sin importar las miradas curiosas de la gente que osó pasar junto a ellos. Para el chico, ese pasto mal cuidado de los camellones que escoltan la avenida, se convirtió en el más bello césped, de un color verde esmeralda, inmaculado.
El conseguir que Beatriz aceptara ser su novia, sucedió de una forma casual, miles de veces los adolescentes sueñan con que alguna niña se fije en ellos y que de alguna manera les haga saber que de antemano ya han sido aceptados. Para Javier el que eso sucediese era prácticamente imposible, sin embargo, nada hay seguro en el amor y una noche; mientras regresaba de la secundaria en el trolebús en compañía de Marcela, su vecina. El milagro se dio: Marcela le hizo saber que había una compañerita de ella que le había preguntado insistentemente que si el chico de las muletas era su novio, que había advertido que llegaban juntos a la secundaria al terminar las clases, igualmente partían haciéndose compañía mutua. Ella obviamente negó la apreciación y explicó que solo se trataba de su vecino y que acompañarse esa solo una muestra de amistad.
Los ojos de Beatriz resplandecieron y le preguntó que si le podía presentar al chico. Marcela divertida le cuestionó que si le gustaba. La respuesta de Beatriz fue bajar tímidamente la cabeza y sonrojarse en extremo.
Al escuchar todo esto, Javier aún no podía creer lo que sus oídos escuchaban. Eso no podía sucederle a él; tenía plena conciencia de que no era un adonis propiamente dicho, que si no era un adefesio, de galán no tenía nada en absoluto. Eso nada mas sucedía en las películas. Así que no tomó muy en serio lo que su vecinita le había confiado. Poco antes de despedirse, Marcela le aseguró que al día siguiente le presentaría a Beatriz, en el receso; y que así se daría cuenta que todo lo que le había dicho era verdad.
Al día siguiente, previniendo que pudiese darse el hecho de que le presentaran a la niña, Javier trató inútilmente de aplacar su rebelde cabello con el jugo de varios limones, obviamente sin lograr su cometido en su totalidad.
Al encontrarse frente a frente con Beatriz, con su mano entre la suya –al momento de la presentación- Javier pudo sentir esas famosas maripositas en el estómago. A punto estuvo de huir de ahí; se trataba de una sensación nunca experimentada por él. Por la noche, una clase antes de salir de la escuela; Javier se excusó con Marcela por no poder acompañarla a casa. Ella comprendió la situación y le deseó suerte.
La plática brilló por su ausencia mientras caminaban las escasas cuadras que separaban la escuela de la casa de Beatriz. Javier venció el miedo que le produjo observar a los viciosos, vecinos de la chica; que le miraban con cara de pocos amigos y siguió adelante en su aventura.
Metros antes de arribar a la entrada de su casa, Beatriz se despidió del joven pretendiente, las manos se negaban a soltarse y una fuerza desconocida les apremió a fundirse en cálido abrazo y prodigarse el primer beso de amor.
Y así, sin palabras, sin una declaración formal de noviazgo – como habitualmente sucedería en lo futuro- Javier tuvo su primer relación de noviazgo. Las demás relaciones no habían pasado de simples cachondeos, para el chico; esta sería su primer e inolvidable relación “seria”.
Juntos vivieron unos meses llenos de amor infantil, saborearon las mieles del amor precoz. Él tratando de que le conociera tal y como era, le llevó a su mísera casucha de cartón y madera, le presentó a su madre y ella siguió aceptándole sin tomar muy en cuenta su humilde forma de vida.
Pero todo lo bueno en esta vida tiene un principio y un fin y un mal día. Javier se pudo percatar que el amor murió. Algunas actitudes de la chica le decían que algo raro estaba pasando, ella presentaba drásticos cambios. Había días en que no quería que la acompañase a su casa, decía que tenía otras cosas que hacer.
Él con su poca experiencia en las artes amatorias, se decidió a indagar el motivo real de las cosas. Y así como había vivido esos meses como un cuento de hadas, la crueldad del desamor desgarró su corazón.
Con sus propios ojos pudo percatarse de que alguien mas ocupaba su lugar. Cuando la conminó a que le dijese la verdad, ella negó lo evidente, diciendo que solo se trataba de su primo. Javier supo que nunca le diría la verdad, así que renunció a su amor infantil.
Durante varios días se le pudo encontrar en la oscuridad del callejón, con su grabadora en la mano, reproduciendo una y otra vez una canción que hasta la fecha le recuerda a la pequeña Beatriz: “luto en mi alma”

Hay luto en mi alma, la he visto con otro
Llevaba sus libros, le hablaba al oído
Palabras de amor.
Sintiendo en el alma, el rencor y el celo
Miraba a las chicas, saliendo de clase
Y yo estaba ahí.
Quizá sin aliento, pensando en mi suerte
Pero sin llorar, aquel dolor, aquel dolor…
Dentro de mí, mi alma angustiada lloraba
En silencio por tanta crueldad
Ha muerto un amor… ¡ha muerto un amor!

Que vivencias, sentimientos agridulces que aún viven en mí, pero no guardo el triste recuerdo de la traición en mi corazón; solo permanece los gratos momentos pasados. Abrazados, caminando por la calle ante la curiosa mirada de los transeúntes o esos tiernos besos bajo una lluvia pertinaz.

Ha dejado ya de llover queridos lectores. Solo me resta desearles lo mejor para la semana que se avecina y esperar que me honren con su presencia para la próxima entrega.












8 comentarios:

...flor deshilvanada dijo...

Las tardes lluviosas nos llenan de nostálgia.

Me gusta leer que ya no luchás por un amor, que lo tenés en casa y sos feliz.

Un beso querido amigo!

Anónimo dijo...

Cada quien ve a su manera la lluvia...en mi caso, genera un efecto revitalizador.

Quizás como a ti, muchas cosas hermosas me pasaron en jornadas lluviosas...es por eso que, cuando vuelve a caer agua desde lo alto, pese a los problemas pienso que algo bueno se vendrá.

Que así sea en tu caso, estimado...quedarse con lo bueno y que lo malo se pierda y no pase de ser una cicatriz más. Saludos afectuosos, de corazón.

AndreaLP dijo...

Nostalgia y a veces tristeza me traen ésas tardes de lluvia, que aquí parecen durar años pues hace al menos 3 semanas que el sol no se ha dignado en acariciarme. Me sacaste una lagrimita, Fénix.

¿Estás bien? ¿En qué andas?

Te mando besos, muchos besos, y un abrazo reparador.

Anónimo dijo...

Si fenix, la lluvia nos invade con su nostalgia, y empieza uno a recordar y recordar todas esas vivencias...
saluditos
maru de chocolate

Sonia Ló dijo...

siempre se limpia el cielo

violador de papantla dijo...

la lluvia es la neta, me encanta y como to2 los pláceres también tiene sus contras, pero bien vale la pena, en cuanto al amor aplica la siguiente frase !

"Que bonito es ver LLórar y no mojarse !"

ahí andamos !

Malhechecito dijo...

A mi me gusta la lluvia compadre, y eso de lo del jugo de limon para el pelo es clasico ja ja ja.
Un abrazo

blackeagle-italiano dijo...

La lluvia será nostalgica pero a mi me encanta!!!

Por otro lado el amor tiene sus detalles inexplicables!!!